Él se duchó. Se vistió, lo preparó todo. Vaya. Aún quedan dos horas. Se sienta en el sofá, emocionado, pensando en lo que podría ocurrir si recibe esa llamada…todo sería perfecto…ilusiones, emociones…parece un niño el día de reyes. Todo va a salirle bien.
Pone el móvil sobre la mesa, con el volumen alto, para enterarse bien. Apoya la cabeza sobre el respaldo…y cae dormido.
Es ya de noche. Todo está en silencio, a excepción de la televisión, que sigue encendida, olvidada. Hace rato que él despertó. Sigue en la misma posición, con la mirada perdida.
El teléfono reposaba silencioso sobre la mesa.
Como llevaba toda la tarde...
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