Primavera hostil.
19:07, 5 de abril.
De camino a la estación
y con un beso con sabor a ron
me dices “te amo”
seseando y bufando.
Haces el esfuerzo de mirarme irónico
y de acercarte para darme otro pico.
Yo cruzo tu cara
de lado a lado
y te doy la espalda
riéndome de tu llanto.
Dejo la maleta y subo al tren,
soñando ansiosa con este mes
mientras miro el paisaje sin sed.
Verano nuboso.
08:42, 11 de agosto.
No ha dejado de llover
desde que llegué.
Me levanto de la cama y salgo al balcón
dejando tu cuerpo donde antes estuve yo.
Sigue lloviendo una gota,
y otra y otra y otra,
miles de gotas, miles de vidas en una misma ciudad.
Y mientras peino las cortinas
me pregunto cuándo decidí dejarte atrás.
Me vuelvo y te miro,
absurdo y desnudo.
Y ahora sí, salgo al mundo real,
un mundo en el que se vive sin manual.
Otoño caliente.
23:18, 22 de noviembre.
Sombra de ojos traviesa,
vestido escotado,
un bolso y una sorpresa
y tacones altos.
Ya son las doce y salgo de casa
viajando de una sala a otra,
bebo copas de sabores ardientes
y beso labios con secretos diferentes.
Como en un escaparate, elijo a uno
y él, muy iluso y desvergonzado
me confiesa que está desnudo.
Lo visto de luto
y acecho a otro más astuto.
Invierno sonriente.
13:57, 31 de diciembre.
Vuelvo a mi hogar
quizás no el más perfecto pero al menos es real.
No estás en la estación
cuando bajo del tren,
tampoco está soñador
aquel muchacho al que amé.
Mi maleta me devuelve la imagen
de momentos adorables,
Así que me permito el lujo de sonreír
y me prometo a mí misma volver a sentir
una vez más
la sensación al cantar, besar y soñar
aquellas noches al lado del mar.
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